sábado, 24 de abril de 2021

UN CAMINO DURO Y DIFÍCIL

Jn 6,60-69

Seguir a Jesús no es camino fácil ni tampoco apetecible. Nos resulta más cómodo dejarnos llevar por la corriente y por nuestras pasiones. Caminar al ritmo de nuestros gustos e intereses, con y donde creemos sentirnos mejor y más felices. Sin preocupaciones ni tener que luchar contra nuestra conciencia y con lo que nos dice en muchos momentos nuestro corazón. Porque, experimentamos insatisfacción cuando percibimos y tomamos conciencia que lo que hacemos no es lo correcto.

Hay una lucha interior que nos inquieta y nos mueve a revelarnos contra nosotros mismos y, por tanto, nos molesta y nos resulta dolorosa. Es ese camino angosto del que nos habla Jesús. Siempre más difícil y preocupante que el camino ancho, relajado y donde todo es permitido. Y claro, seguir a Jesús exige una condición imprescindible, estar en Él y alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre. Porque, sin Él y por nuestra cuenta perdemos el tiempo y el mundo nos vence.

No cabe duda que si no entendemos lo que Jesús quiere significar con mi cuerpo y mi sangre podemos caer en un lenguaje difícil de entender, porque, no se trata de su Cuerpo carnal y su sangre humana. Se trata de su Espíritu de su Aliento y de su presencia espiritual en nosotros. Es lo que muy bien Pablo ha experimentado al decir: "No soy yo sino Cristo quien vive en mí".

Creemos que Jesús es el Pan de Vida que nos da la Vida Eterna, y que, consciente o no, todos realmente buscamos. Porque, no hay más signos que el de la Cruz. Si crees en Jesús Resucitado, creer que Jesús se hace Alimento espiritual para consustanciarse con nosotros no resulta difícil.