viernes, 14 de octubre de 2022

¡TENGO MIEDO, SEÑOR, DE MIS APARIENCIAS!

Soy consciente de que, aunque trate de evitarlo mis apariencias siempre están activas y, quizás sin darme cuenta, saltan en muchos momentos incluso sin mi permiso. Son impulsos instintivos que, conscientes o inconscientes, tratan de disimular mi circunstancias, mis errores, mis egoísmos y mi manera de ser.

Es evidente, Señor, son mis pecados. Pecados que quiero ver y descubrir en el cada día de mi vida. Pecados que quiero corregir de forma concreta y tratar, uno a uno, de ir limando, enderezando y mostrando tal y como se presentan y actúan. Porque, confío, Señor, en tu Misericordia y Bondad Infinita.

No quiero sostenerme y permanecer conforme en una vida de apariencias que sostengan mi fe de forma aparente sin estar sostenida y apoyada en raíces auténticas que la mantengan firme. No quiero, Señor, vivir en un cristianismo muerto y enterrado en las apariencias. Y, aunque confieso que tengo mucho de ese cristianismo de apariencia, mi actitud, Señor, es la de salir de ahí y, por tu Gracia y Espíritu, limpiar mi corazón de toda esa inmundicia de apariencias y convertirme a tu Palabra y responder a tu llamada.

A pesar de mis apariencias, experimento, Señor, tranquilidad. Y la siento porque sé que quiero salir de esa apariencia y mostrarme tal como soy. Pecador, sí, pero con deseos de arrepentirme y cambiar. Y esperanzado en tu Amor Misericordioso, mi Señor, que me fortalece y me asiste para que pueda vencer el mal, las desganas, la hipocresía y todo aquello que envuelve mi vida en nubes de apariencia y mentira.

Me pongo en camino y trato, con la asistencia del Espíritu Santo, despojarme de toda apariencia y ponerme el vestido de la autenticidad. ¡Adelante!