sábado, 29 de mayo de 2021

LA SOBERBIA ANTE LA VERDAD

 

Nos cuesta aceptar la verdad. Sobre todo, cuando la verdad nos afecta y nos exige cambiar de rumbo en nuestra vida, o cuando nuestros intereses tanto económicos o espirituales se ven afectados y exigidos a una coherencia con la justicia y la verdad. No hace falta discutir, pensar o abstraerse mucho, simplemente aterrizar en la vida de cada día. Ejemplos hay muchos. Por decir uno, muy actual y presente en este momento en la sociedad española, el tan sonado indulto sobre los condenados por el proceso soberanista de Cataluña.

La verdad se distorsiona cuando los intereses personales son otros. Lo mismo ocurrió hace ya aproximadamente dos mil años con aquellos sumos sacerdotes, escribas y ancianos cuando le pidieron a Jesús sobre su autoridad para hacer esto. Es decir, para enseñar y proclamar la Buena Noticia. Y exigiendo respuestas cayeron en su propia trampa, porque no supieron - también por intereses partidistas y egoístas - responder a la pregunta con la que Jesús devolvió la de ellos: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».

Todos hemos podido experimentar en algunos momentos de nuestra vista como se nos nubla la mente y se nos cierran los ojos quedando a oscuras e inmersos en una ceguera que nos impide ver. Nuestra soberbia, envidia, apegos y apetencias a las cosas de este mundo nos atrapan y esclavizan hasta el punto de resistirnos y ensoberbecernos a aceptar la Verdad y la Palabra de Dios.