domingo, 27 de enero de 2019

ASISTIDO POR EL ESPÍRITU SANTO

Resultado de imagen de Lc 1,1-4;4,14-21
Lc 1,1-4;4,14-21
En el Bautismos de Jesús se destaca claramente su misión y se confirma el envío por el Padre: Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido - Mt 3, 16-17 -.

Más tarde, en el Monte Tabor, el Padre vuelve a señalar a Jesús como su Hijo amado y nos manda a oídle. Es decir a escuchar su Palabra y a obedecerle: Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a El oíd - Mt 17, 5 -.

El evangelista Lucas escribe a su amigo Teofilo con el fin de que conozca, como dice en el mismo texto del Evangelio, la solidez de la enseñanza que ha recibido. También nosotros debemos conocer esa solidez para poderla transmitir a los demás y, sobre todo, para asistidos en el Espíritu Santo, meditar cada día el Evangelio que la Iglesia nos propone a fin de ir conociendo la Voluntad de Dios.

Porque, también nosotros hemos sido ungidos por el Espíritu Santo el día de nuestro bautismo y no hay dos Espíritu Santo, sino solamente uno. Así que el que ungió a nuestro Señor Jesús - Espíritu Santo - para fortalecerlo en la misión de enseñar a los pobres la Buena Nueva, también nos ha ungido a cada uno de nosotros, los bautizados, para participar en la misma misión. Si bien a cada uno según sus carismas recibido.

Y, para concretar nos podemos ayudar de las obras de misericordia que nos señala la Iglesia, siete corporales y siete espirituales que nos invitan a convertir en obras concretas nuestras palabras y nuestro seguimiento al Señor.