jueves, 29 de noviembre de 2018

LA MUERTE ES EL PRINCIPIO PARA EL CREYENTE EN JESÚS

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Lc 21,20-28
Sabido es que lo que empieza acaba y todos sabemos que llegará un día que este mundo acabará. La historia así nos lo revela y el sentido común nos viene a decir lo mismo. Ahora, ¿qué ocurrirá y cuando? No lo sabemos. Conocemos algunas señales y signos que Jesús nos revela en el Evangelio de hoy: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».

Sin embargo, todo eso no debe llenarnos de terror y miedo, sino de esperanza y paz, porque sabemos de un Padre bueno que nos ama y nos salva. Las últimas palabras son de una gran esperanza: Y entonces verán... y eso debe llenarnos de alegría y paz. No es este el final de nuestro camino, sí del de este mundo, pero entonces empieza la verdadera vida sin problemas ni angustias. Una vida llena de gozo, de paz y felicidad eterna.

Jesús nos lo ha prometido y su Palabra es Palabra de Vida Eterna. En - Jn 3, 36 - nos dice que quien cree en Él tendrá vida eterna, y eso se cumple al final de los tiempos. Mientras, nosotros también vamos acabando nuestro propio camino particular. Nos llega la hora de nuestra vida, pero siempre con la esperanza de resucitar cuando el Señor, como anuncia en el Evangelio de hoy, venga a rescatarnos y a darnos ya la definitiva Vida Eterna.