martes, 20 de febrero de 2024

SE TRATA DE MISERICORDIA

El Evangelio de hoy martes termina con estas palabras: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas». Esa es la clave y la cuestión, la misericordia. Es decir, nuestras oraciones deben ir a pedir fortaleza en la misericordia en la relación con nuestros hermanos, porque de no ser misericordiosos nuestro Padre tampoco tendrá misericordia con nosotros.

Eso cambia el orden de nuestras peticiones aunque nosotros, por la tendencia e inclinación de nuestra naturaleza, ponemos en prioridad nuestras necesidades materiales y postergamos las espirituales. El Señor nos corrige y nos sugiere que no nos embriaguemos de palabras y palabrerío en la hora de nuestras oraciones. No por eso el Señor nos va a escuchar mejor ni a conceder lo que pidamos. Primero, porque no sabemos realmente lo que nos interesa y conviene; segundo, porque solo el Señor, que nos conoce a fonde, sabe lo que nos conviene.

Por lo tanto, pongámonos en sus manos y dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos dirija y pida por las necesidades que nos llevan a la presencia del Señor. Él sabe realmente lo que necesitamos y conviene. Lo demás vendrá por añadidura con nuestro esfuerzo y trabajo. No nos equivoquemos y miremos más lo material, que se consume y caduca, que lo espiritual, la Gracia de Dios, que nos convierte, nos perfecciona y nos lleva a la vida eterna.

No concedamos la precedencia a nuestras necesidades corporales y materiales porque esas no nos salvan. Concedamos la prioridad a acoger el Reino de Dios, su Justicia y Misericordia pidiéndole que nos dé ese don de amarnos misericordiosamente.