lunes, 1 de julio de 2019

DENTRO DE NUESTROS CORAZONES ESTÁS TÚ, SEÑOR

Resultado de imagen de Mt 8,18-22
Todos los hombres y mujeres de este mundo buscan al Señor. Es posible que muchos no lo sepan ni, incluso, lo crean, pero esa es la realidad. Porque, buscar la felicidad, los bienes materiales y también los espirituales y, sobre todo, la vida eterna es buscar al Señor, pues, sabemos que el mundo no nos lo podrá dar aunque sigamos erre que erre. Nuestra experiencia nos descubre que en el mundo no se encuentra la felicidad, ni estando cargado de dinero y poder.

El hombre y la mujer sensato buscan a Dios consciente de que sólo en Él podrán encontrar eso que tan ardientemente buscan. Por eso, muchos al oír a Jesús le siguen y se amontonan ante Él. El Evangelio de hoy nos habla de uno de esos momentos: viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

La gente persigue a Jesús, la gente inquieta que buscan la vida, la verdadera vida, porque la de este mundo no es verdadera. Es simplemente un puente para alcanzar la otra. Un puente que tendremos que recorrer y atravesar cumpliendo y viviendo en su Palabra. Por eso, hoy, un escriba le dijo que le seguiría adondequiera que vaya, y otro discípulo le dijo que le dejara primero enterrar a su padre. 

A ambos Jesús le responde que lo primero es Él. Jesús propone un seguimiento incondicional, pero prioritario, tal y como Él nos ama incondicionalmente. No quiere medias tinta ni distracciones, pero quiere una entrega a su Palabra dándole prioridad en nuestras vidas. Una prioridad que puede concretarse de muchas formas en ese camino que tenemos que atravesar. Un camino que no tiene descanso ni lugar para reclinar la cabeza y cuyo finalidad es alcanzar el verdadero descanso reclinado junto a Jesús y abrazados a su Cruz.