martes, 18 de diciembre de 2018

SÓLO LA FE DA RESPUESTA A NUESTROS INTERROGANTES

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Mt 1, 18-24
Puede plantearte los interrogantes que quieras, y buscar las razones y respuestas más aparente que se te pueda imaginar, pero nunca encontrarás la respuesta adecuada, porque no la hay. No cabe en tu cabeza ni en ninguna otra cabeza este misterio. Ni tampoco en la del justo José. 

María y José hicieron un acto de fe que debe servirnos para hacerlo también nosotros. Por la fe de María y de José el Señor se hace Niño, se encarna en naturaleza humana y nos libera de la esclavitud del pecado No hay otra respuesta sino la de fiarnos y creer en la Palabra del Señor. Ese es el primer punto de nuestra conversión y comienzo de nuestro camino. Puedes rechazarlo, pero tu propio camino te irá haciendo ver que el Poder del Señor es Inmenso y que su Palabra es nuestra única esperanza de salvación.

Se nos hace difícil creer, pues nuestra naturaleza humana está tocada y herida por el pecado. El mundo, demonio y carne nos tientan y nos tratan de convencer que eso no es así. Nuestra razón, limitada por el pecado, tampoco llega a entenderlo, pero nuestra esperanza nos dice y nos habla de que Dios existe, nos ama y se ha hecho hombre para salvarnos de las ataduras y esclavitudes del pecado.

Lo experimentamos dentro de nosotros. Buscamos a toda mecha la felicidad, pero, ¿la encontramos? Ni el dinero, ni la fama, el poder y todo lo que quieras añadir te la dan. Ni tampoco la salud. El tiempo corre y te haces viejo y descubres que el mundo se te escapa de las manos. ¿Tiene sentido eso? Dios ha dejado su huella dentro de tu corazón y te exige que te fies de Él. Es la prueba que tienes que superar y afrontar. María y José lo hicieron, y a pesar de todas las visicitudes que tuvieron que vivir, pasar y sufrir, supieron sostenerse firmes en la fe al Señor.

El final esconde la felicidad y el gozo eterno. También tú y yo podemos hacerlo, porque el Señor nos acompaña y provee nuestras necesidades y nos defiende en nuestras luchas. Creamos que el Niño Dios ha nacido de María para ofrecernos la salvación eterna.