jueves, 24 de agosto de 2023

UN ISRAELITA DE VERDAD

Se supone, y es lógico deducirlo en la Persona de Jesús, que sabía quien era Natanael, asociado por la tradición a Bartolomé, considerado un israelita de verdad, tal y como se dice en la cita evangélica. Y tal y como sucedió con el propio Natanael, también nosotros nos asombramos de que Jesús nos conozca y sepa nuestros más íntimos pensamientos y deseos.

Era pensamiento común a todo israelita el considerar que de Galilea no es tierra de profetas. Natanael pensaba así y Jesús conocía, como judío que era, esa forma de pensar y considerar de los israelitas. A veces nos asombramos por situaciones tan sencillas para Jesús pero difícilmente comprensivas para nosotros. Y digo a veces porque cada día suceden muchas de estas cosas que no apreciamos ni advertimos. Vivimos con los ojos cerrados espiritualmente y solo vemos las cosas materiales que nos rodean.

Seguro que el Señor está a tu lado y no te das cuenta. Quizás en un momento desafortunado, enfermedad o circunstancias de peligro tus ojos se abran y veas, como le pudo ocurrir a Natanael, a Jesús. Quizás puedas llegar a pronunciar sus mismas palabras: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Y sería muy bueno que a partir de ese momento tu compromiso sea firme con la asistencia del Espíritu Santo. Y digo firme porque el camino está lleno de peligros, de seducciones, de caídas y de amenazas.

Para eso, para levantarnos que es nuestra lucha diaria, tenemos los sacramentos, especialmente la reconciliación – confesión – y la Eucaristía. Con ellos nos fortalecemos para superar nuestras caídas, nuestros fallos y pecados y volver, puestos en pie, a iniciar el camino. Y nunca olvidar que la Misericordia de nuestro Padre Dios es Infinita.