lunes, 15 de marzo de 2021

CREER Y FIARSE DE LA PALABRA DE JESÚS

 

Nuestra razón no es de fiarse, necesita signos y pruebas. Muchas veces hemos oído, y hasta afirmado, que no creemos sino en lo que vemos. Es decir, todo lo creído pasa por, primero, quedar demostrado y luego comprobado. Sin embargo, posiblemente de forma inconsciente y espontanea, hacemos ejercicios de fe a cada instante. Nos fiamos, y por supuesto, creemos, en ese taxista que nos lleva en su coche. O en ese piloto que nos transporta en avión. Creemos en muchas personas y, podemos afirmar que sin fe no podríamos vivir.

No se entiende como no creemos en Jesús, pues sus milagros lo avalan y demuestran su poder. Hizo muchos milagros y el Evangelio los narra. Precisamente, en este de hoy se cuenta  la curación del hijo de un funcionario real. Y hablo de aquella época contemporánea de Jesús en la que muchos presenciaron esos milagros e incluso, escucharon su Palabra. Pero, también de la de hoy, en la que tenemos esa Palabra y esos hechos que la Iglesia nos ha transmitido y nos presenta.

Jesús Vive y también actúa hoy y nos habla a través de su Espíritu que está presente entre nosotros. Sigue actuando y haciendo verdaderos milagros y revelándonos su Palabra de Vida Eterna. No importa la distancia en el tiempo o en kilometros, Él rompe con todas esas barreras. Está en todo lugar y puede actuar al mismo tiempo en todas partes. Es Dios y nada le es imposible. El Evangelio de hoy nos habla de la curación del hijo del funcionario real y lo hace desde donde se encuentra, sin moverse ni tener una presencia: Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».

También puede decirnos lo mismo a nosotros en este momento, sígueme que yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Quien cree en mí vivirá siempre.