martes, 5 de noviembre de 2019

¿ACEPTAS TÚ LA INVITACIÓN DE JESÚS?

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Lc 14,15-24
Posiblemente no te hayas dado cuenta, o quizás nadie te lo haya dicho, o pueda ocurrir que tú mismo te hayas negado a asistir a ese banquete al que Jesús te ha invitado. Sin embargo, quieras o no, Jesús te ha dado una invitación al Banquete, a la Fiesta del Reino. No es una invitación nueva, también ocurrió en tiempos de Jesús. Fue, precisamente, su pueblo, que había sido elegido para llevar el Anuncio del Reino, quien rechazó la propuesta e invitación.

Y ocurre que buscamos escusas en muchas ocasiones para justificar nuestro rechazo, pero, también, posponemos esa invitación para otro momento, que quizás no llegue nunca, porque nuestro corazón está ocupado por otras cosas que se anteponen y ocupan el centro de nuestros corazones. En nuestra escala de valores, la invitación de Jesús ocupa un lugar secundario y la vamos aparcando en el rincón del olvido hasta olvidarlo e incluso rechazarlo.

La Eucaristía es el banquete del Reino, pues es Jesús, nuestro Señor, el Reino de Dios. En ella comemos el Cuerpo de Cristo y nos alimentamos para alcanzar la Vida Eterna que Jesús nos ha prometido: Jn 6, 51-58. Pero, nuestro corazón, sometido a la carne y a las pasiones de este mundo queda atrapado y esclavizado sin capacidad de respuesta. Y muchos así lo piensan dejando su respuesta y aceptación para otro momento más propicio y más tarde. De momento, sus objetivos es disfrutar de la vida y ya habrá tiempo más oportuno para mirar con mas atención esa invitación.

Sin embargo, la cosas no son como nosotros las vemos y las pensamos. La ocasión no llegará tan fácilmente como nos parece y pensamos. Las dificultades serán siempre las mismas, y cuanto más tarde, más difícil. El corazón estará más endurecido y más difícil de suavizarse. Quizás sean ya casi insalvables. El tiempo es oro y nuestro Padre Dios es Misericordioso, pero también justo y equitativo, y no se puede jugar con esas decisiones. Lo tomas o quizás pierdes el tren. El demonio está al acecho y juega su basa.

Como se describe al final de este Evangelio, son los más pobres, los más limitados los que responden a la invitación de Jesús, pues experimentan el sufrimiento más de cerca y la necesidad de ser aliviados. Por eso, son los preferidos de Jesús y por los que realmente ha venido a salvar.