sábado, 9 de abril de 2022

MOLESTAN Y PREOCUPAN LOS SIGNOS DE JESÚS


Jn 11,45-56
La resurrección de Lázaro había llamado la atención. ¡Y no era para menos! ¿Nos imaginamos que, ahora, en pleno siglo XXI, resucitara alguna persona después de estar muerto y sepultado varios días? ¡Hoy, en plena época de las comunicaciones se enteraría todo el mundo, sería algo apoteósico!

Pues bien, la resurrección de Lázaro fue el detonante de que tomaran la decisión, por medio de Caifás, sumo sacerdote del aquel año, de condenar a Jesús a muerte. No soportaban que la gente, admirada y sorprendida, de, no solo las obras y milagros de Jesús, sino de su autoridad y Palabra, le siguiesen entusiasmados. Y, desde ese momento se pusieron por obra quitarlo del medio. Le perseguían y le buscaban para prenderlo. Y, aunque esté algo más disimulado en alguna parte, hoy siguen persiguiéndolo en todos aquellos que creen en Él.

Ante esa amenaza, Jesús, decide apartarse un poco y retirarse a Efraín, donde permanece un tiempo alejado de la amenaza de los que le buscan. Se acerca la Pascua y están pendiente de la presencia de Jesús Sabemos, y eso es un privilegio y gran ventaja, lo que va a suceder. Sabemos que Jesús va a dar voluntariamente y por amor su Vida. La entrega para salvar la nuestra. Y sabemos que Jesús Vive, ¡ha Resucitado!

Ahora, podemos preguntarnos, ¿buscamos nosotros a Jesús? Y si es así, ¿para y por qué? ¿Queremos que nos cure y nos dé de comer? ¿Le buscamos por intereses materiales? Porque, dependiendo de nuestra actitud, podemos también estar nosotros amenazando y matando a Jesús con nuestra indiferencia, y rechazos. Por tanto, sería bueno, muy bueno, reflexionar y plantearnos ahora, en la proximidad, ya a las puertas, la Pascua, ¿qué buscamos y que pensamos nosotros del Señor?