martes, 10 de septiembre de 2024

ELEGIDOS, PERO, ¿ACEPTAMOS ESA ELECCIÓN?

Se nos ha hablado de que hemos recibido unos talentos; también de que hemos sido elegidos para algo, pues esos talentos recibidos no debemos enterrarlos, sino darle utilidad, y esa será nuestra misión. Ahora, ¿cómo saber nuestra misión?

La respuesta no es concreta, pero si clara. Tu misión estará muy relacionada con los talentos recibidos, y la encontrarás en la medida que pongas esos talentos a rodar. Nunca enterrados; siempre en acción.

Y en esa medida irás descubriendo lo que se te da, y lo que haces bien o regular. Y lo que observas que sirve, ayuda a que otros sean mejores personas. Ahí están tus talentos y para eso has sido elegido. Y no ponerlos a producir podría equivaler a enterrarlos. Y ya conoces la respuesta del Señor a ese empleado que enterró el talento recibido.

En muchas ocasiones no queremos complicarnos la vida. Buscamos excusas y justificaciones para quedarnos quietos, para no tener que esforzarnos y buscar los vericuetos y formas de poder llegar a los demás. No se es humilde por ocultar tus talentos, sino por darlos gratuitamente sin jactancia ni búsqueda de recompensa. Darlos tal y como los has recibido de tu Padre Dios.

Si Dios, tu Padre, ha pensado en ti desde la eternidad, te habrá elegido para algo. Es evidente que ese algo tendrá que ver enteramente con hacer su Voluntad. Y si haces su Voluntad, estarás haciendo que los talentos que has recibido den frutos. La conclusión es bien clara: pon tus talentos a producir, y no rehúyas el esfuerzo. Recuerda que Dios, tu Padre, no te pide éxito, sino abrir tu corazón a la acción del Espíritu Santo. El éxito dependerá de Él, nunca de ti. Precisamente, es ahí donde se esconde la humildad.