viernes, 4 de enero de 2019

¿Y A TI, QUIÉN TE HA SEÑALADO A JESÚS?

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Jn 1,35-42
Es posible que Juan y Andrés no hubiesen seguido a Jesús si éste no es señalado por Juan el Bautista. Y también otros discípulos como Simón, hermano de Andrés. Pero, es también real que Juan y Andrés estaban al lado de alguien que hablaba de Jesús y preparaba su camino. Por lo tanto, es lógico suponer que estaban expectante y esperanzados en la venida de un Mesías que les salvara de la esclavitud.

¿Qué supone eso? Quizás, para ser liberado haya que sentir primero esa experiencia de sentirte esclavo y de querer ser liberado. ¿La sientes tú? Tengo que confesar, y ahora me doy cuenta y tomo conciencia de ello, que toda mi vida me he sentido esclavo. Esclavo de mis pasiones, de mis apegos, de mis apetencias y debilidades de mi naturaleza humana. ¡Claro, me cuesta levantarme y enfrentarme a la lucha de cada día contra mi pereza, mis holgazanería, mis caprichos y mis responsabilidades!

Experimento con claridad lo que dice Pablo -Rm 7, 19 - sobre que hago lo que no quiero y no hago lo que quiero. Experimento la lucha contra mi propia naturaleza que se rebela en hacer el bien y en el amar. Experimento el aguijón que duerme en mi corazón y me inclina al mal, al desamor y al egoísmo. Experimento y descubro la necesidad de ser liberado por Alguien que está por encima de eso y que ya ha vencido esa muerte de la carne y del pecado.

Descubro que tengo necesidad de un Libertador y busco al Mesías prometido que me libera de la esclavitud del pecado. Y, es por eso, por lo que escucho a Juan el Bautista y luego, sigo al que él me señala. Y, conocido, derramo mi humilde voz y escritura en proclamar que Jesús, es el Señor, el Mesías prometido y el Hijo de Dios verdadero. 

Por eso, estoy en la Iglesia, en la Santa y Madre Iglesia, porque es ella la que ha me traído, a través de los siglos, la voz de Juan y también la de los apóstoles, donde se fundamenta el anuncio de la Buena Noticia. de salvación que Jesús puso en manos de sus apóstoles. Y, por eso, por mi bautismo, también me siento yo comprometido a continuar proclamando con mi propia vida que Jesús es el Mesías prometido por el Padre, para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado.