martes, 30 de abril de 2019

¿NOS DEJAMOS DIRIGIR POR EL ESPÍRITU SANTO?

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Jn 3,7-15
Quizás recibimos el bautismo y no incide de una forma decisiva en nuestra vida. Es decir, nos bautizamos y seguimos la misma forma de vida. No ha cambiado nada y, siendo los mismos, seguimos haciendo lo mismo. Y eso debe ser entendido como una mala señal o un mal signo. Porque, si por el bautismo nuestra vida sigue igual a como era antes de bautizarnos y no sufre ninguna transformación hacia una Vida Nueva, significa que le hemos cerrado la puerta al Espíritu Santo.

Y de eso somos nosotros directamente los responsables. Porque, se nos ha dado desde lo alto la capacidad para elegir y aceptar o no la acción del Espíritu Santo. Si bien, el hecho de bautizarnos debe ser signo de que hemos aceptado el recibirlo y darle la libertad de que actúe en nosotros. Pero, al parecer eso no sucede y comprobamos que muchos bautizados siguen luego sus propias iniciativas o apetencias sin tener en cuenta la acción del Espíritu Santo.

Precisamente, hoy nos lo aclara Jesús en el Evangelio: En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu»

Nosotros podemos entender a que se refería Jesús, pues tenemos ventaja sobre Nicodemo y que nuestra Madre, la Iglesia nos lo ha enseñado y explicado. Pero, esa ventaja no significa que hayamos abierto nuestro corazón al Espíritu, sino que, peor aún, sabiéndolo lo tengamos cerrado a su acción. Y eso es muy grave para nuestra salvación. Dependerá, pues , de nosotros que el Espíritu Santo actúe y nos transforme, porque siempre respetará nuestra libertad en aceptarlo o no.

Recibir el bautismo significa que aceptamos y queremos ponernos en Manos del Espíritu para que, recibiéndolo nos transforme y nos dé esa Vida Nueva que viene de lo Alto y de la que nos habla Jesús. Una Vida Nueva que nos va a dar Vida Eterna en plenitud. Una Vida Nueva que transformará toda nuestra vida terrenal en los diferentes estados de profesional, cultural, deportivo, lúdico, familiar y, sobre todo, de piedad. Una Vida Nueva que se ve transformada y tocada por la Gracia de Dios.