viernes, 11 de octubre de 2019

EN LA LUCHA CONTRA EL MAL

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Lc 11,15-26
En nuestra vida observamos que todo consiste en la lucha del bien contra el mal, y eso lo constatamos tanto en las películas y acontecimientos que vemos en nuestra vida como en la vida misma que vivimos. La historia retrata esa constante lucha entre el bien y el mal en cada momento de nuestra vida. Todo se reduce a un enfrentamiento entre los que hacen el bien y los que buscan el mal.

Nuestra propia historia es como una página más de la realidad que enfrenta al bien contra el mal. Cada día de nuestra vida se debate entre el bien y el mal y como buscar el triunfo del bien sobre el mal. Lo verdaderamente importante es vivir en el bien y en el esfuerzo de hacer siempre el bien. El reto, nuestro reto, y el de toda persona que se precie de buen gusto es hacer el bien.

Nuestro corazón ha sido creado para amar y hacer el bien y cuando, por debilidad, no lo hace y permite el mal, está triste y arrepentido. Su conciencia no le deja entrar la paz. ¿Cómo podemos afirmar muchos que Jesús actúa en nombre del Maligno para expulsar al propio Maligno? ¿No es eso una contradicción, pues cómo puede el mismo Maligno expulsarse a sí mismo? Es evidente y contradictorio y no tiene sentido pensar así.

Jesús es el Hijo de Dios vivo y representa el Bien Supremo y, por lo tanto, nunca puede hacer el mal. Él es el Reino de Dios y en Él ha venido, el Reino, a establecerse en este mundo. Jesús expulsa el mal - Maligno - en el Nombre de Dios. Un Maligno que representa el mal y que busca la perdición del hombre. Jesús es el dedo de Dios que salva, que convierte el mal, expulsándolo y aniquilándolo, en bien para el hombre y, por supuesto, le salva dándole la Vida Eterna en plenitud.