domingo, 11 de febrero de 2024

UNA CERCANÍA QUE CURA

Acercarnos a alguien descubre cierto interés, curiosidad por conocerle o buscar algún beneficio. Aquel leproso, del que nos habla el Evangelio, se acercó a Jesús convencido de que si Jesús quería le podía curar. Con esa fe e intención se acerca a Jesús y le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.

También nosotros somos leprosos. Quizás no tengamos la enfermedad de la lepra pero si muchas otras lepras que consumen nuestra vida y la someten a vicios, dependencias y esclavitudes. Hay una lepra que nos amenaza gravemente hasta el punto de perder nuestra vida para el gozo eterno junto a nuestro Padre Dios. Se trata del pecado. Somos consumidores de pecado y necesitamos limpiarnos. Nuestra naturaleza está viciada, manchada y contaminada por el pecado y solo el Señor puede, si quiere, limpiarnos. Pero, igual que aquel leproso, tenemos también nosotros que pedírselo con fe y abrirnos a su misericordia. El Señor quiere salvarnos, ha venido para eso y nos acoge con su Infinita Misericordia para limpiarnos y darnos vida eterna.

Necesitamos acercarnos al Señor con fe y con la buena intención de pedirle que nos limpie de esa lepra del pecado. Estar y permanecer cerca de Él y ser testimonio para otros de la alegría de experimentarnos salvados.