sábado, 10 de octubre de 2020

LA ESCUCHA EXIGE CUMPLIMIENTO

Lc 11,27-28

 

Las apariencias engañan. Es la frase que en muchos momentos se suele decir. Porque, lo verdaderamente importante no es decir, que también, sino llevar al terreno de la vida -  traducido en obras - aquello que hemos proclamado, dicho y manifestado. Un ejemplo actual, que nos alumbra lo que queremos decir, lo encontramos en la vida política actual de nuestros gobernantes. Las mentiras proliferan por todas partes y a cada hora. Las hemerotecas se encargan de descubrirlas y también recordárnosla.

La palabra que, una vez dicha, queda sin cumplimiento es una palabra dañina, escandalizante y que no hace bien a nadie. Ya nos lo dijo Jesús - Mt 23, 2-3 - cuando nos aconsejó que hiciéramos lo que aquellos fariseo decían, pero, no lo que ellos hacían, porque con sus vidas mentían y no cumplían sus propias palabras. María, la Madre de Dios, es dichosa y bienaventurada porque cumple la Voluntad de Dios. Por eso fue elegida para ser la Madre de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.

Por tanto, eso es lo que debe interpelarnos y preguntarnos, ¿hago yo la Voluntad de Dios? ¿Pregunto yo al Señor que me aclare cuál es su Voluntad para conmigo? Quizás sea esa la tarea que cada uno debemos imponernos y tratar haciendo verdadero silencio dentro de nosotros para escuchar esa Palabra de Dios que, abriéndonos a ella, nos asiste y auxilia en y por la acción del Espíritu Santo que nos fortalece para vivirla y cumplirla.