miércoles, 9 de marzo de 2022

EL FUNDAMENTO DE NUESTRA FE: LA RESURRECCIÓN


Pensamos que eso de la ceguera es cosa que se dice, pero no es real. La realidad es que si no vemos lo que importa e interesa, estamos ciego. Y, en ese sentido, lo estamos, porque, lo que nos interesa es la felicidad y, donde la queremos encontrar no está. No está en las riquezas, en los placeres ni en el poder. Preguntarle a los famosos y poderosos y, siendo sinceros, nos sorprenderá sus confesiones. Además, de muchos sabemos algo de sus vidas. Tanto el poder como la riqueza y placer nos dejan, al final, vacíos y insatisfechos. Nuestra felicidad está en otra parte y es ahí donde debemos buscarla. Para eso, tendremos que abrir bien los ojos.

El fundamento de nuestra fe es Jesús Resucitado. Porque, es, a partir de ese momento, cuando el Amor – con mayúscula – tiene presencia. Es cuando los apóstoles, que no se habían enterado de nada, entendieron que el arma de la evangelización y del hallazgo de la felicidad es el Amor. Un Amor que Cristo deja sin discusión en su muerte de cruz. Es allí y en ese momento, cuando nos damos cuenta de que solo amando – como Cristo nos amó y nos ama, ahora resucitado, los hombres pueden salvarse. Lo contrario sería lo que han vivido nuestros antepasados y vivimos también nosotros. Ejemplo, la actual guerra Rusia – Ucrania. ¿Será feliz Putin después de ganar? Su felicidad será la misma, porque, donde busca satisfacer sus egoísmos no vive la felicidad.

Es evidente que estamos ciegos y esa ceguera nos conduce a la perdición. Las Palabras de Jesús nos lo señala claramente: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación.  ¿En qué estamos pensando? ¿No es Jesús suficiente signo y señal para creer en Él y en su Palabra? ¿No ha vencido la muerte? ¿Pensamos que cualquiera, que nada ha demostrado ni es capaz de aumentar un pelo de su cabello, nos diga otra cosa? La autoridad de Jesús está demostrada. ¿Qué nos ocurre? ¿Choca con nuestros intereses materiales, egoísmos y pasiones? Indudablemente, primero tendremos que hacernos pobres humildemente para, luego, abrirnos a la Buena Noticia que Jesús – de parte de su Padre Dios – nos trae. ¿No te parece?