jueves, 17 de junio de 2021

ORAR EN VERDAD

 

La oración visibiliza nuestra relación íntima con nuestro Padre Dios. No le vemos, pero, podemos hablar con Él a través de la oración. Una oración que nos enseña Jesús, el Hijo, y que nos sirve de modelo para también, como nos dice el Papa Francisco en su audiencia de ayer miércoles, aprender nosotros a relacionarnos con nuestro Padre Dios. Es obvio que si no hay oración tampoco hay diálogo. Y si no hay diálogo no habrá tampoco relación. Es evidente que la oración es la única forma de relacionarnos con nuestro Padre Dios.

En el Evangelio de hoy, jueves, Jesús nos enseña a orar con su Padre y nos deja esa hermosa oración del Padrenuestro. Una oración que nos marca un estilo de vida y que, no solo se reza, sino que se have vida cada día. Una oración que nos invita a la misericordia con nuestros enemigos y a un perdón que nos pide salir de nosotros mismos para hacernos misricordia como el Padre lo hace con nosotros.

La lección que nos da Jesús es evidente, sencilla y profunda, pero, imposible de llevar a nuestras vidas sin su concurso. Para eso, de ahí la importancia de nuestro bautismo, la asistencia de cada día del Espíritu Santo, que nos fortalece y nos da esa chispa que enciende nuestro amor y activa nuestra misericordia, que sobrepasa nuestra capacidad y misericordia humana.

Pero, debemos recordar y tener muy en cuenta que lo verdaderamente importante no son las formas piadosas ni las jacutatorias recitadas o expresadas, sino la bien intencionada verdad que sale de lo más profundo de nuestros corazones. Orar en verdad es lo importante y la oración que llega a nuestro Padre Dios,que muchas veces sobran las palabras y habla el silencio sincero de nuestra mirada, desde la profundidad de nuestro corazón, es, a veces, sin palabras. 

Reflexiónemos y concluyamos pensando que nuestras oraciones deben ser coherentes y vaciadas en nuestras vidas en verdad. Pues, de lo contrario pueden convertirse en simple apariencias y rutinas.