viernes, 30 de abril de 2021

TÚ, SEÑOR, MANDAS EN MI VIDA

 

En muchas ocasiones nos empeñamos en entender y razonar muchas cosas respecto a la fe y a Dios, que en el fondo buscan razones para justificar las nuestras y, de esa forma, resistirnos a entregarnos plenamente al Señor. Porque, ¿cómo pretendo entender el misterio de Dios? ¿Acaso quiero ser igual a Él? Porque, un Dios inteligible deja de ser Dios. Esa es la razón por la que necesitamos creer y fiarnos de su Palabra. Y, para ello, nos da razones y testigos que sí han compartido con Él tres años de su Vida pública.

Señor, yo creo en Ti y no me hace falta pruebas ni más testigos. Me fío de esa Iglesia apostólica que Tú has dejado fundada en la roca de Pedro, primado de tus apóstoles, y en la Iglesia, continuadora de tu misión. Yo creo que Tú, como nos dice hoy el Evangelio - tu Palabra - vendrás a buscarme y a llevarme Contigo a esa morada eterna que preparas para mí y para todos los que creen en Ti y te esperan perseverando en tu Palabra.

No puedo imaginarme ese hermoso lugar que preparas, pero sí intuyo que será inimaginable para mí porque en él seré y alcanzaré la plena y absoluta felicidad. Y digo, donde alcanzaré la plena felicidad, porque, ya desde la hora que he empezado a intimar Contigo soy ya feliz en este mundo, aunque no plenamente, pues tengo que padecer esas pruebas que dejen al descubierto el testimonio de mi fe.

Pero, sí me embarga una esperanza inmensa de gozo al saber que me has dicho que vendrás a buscarme y a llevarme contigo. Eso me ánima y me llena de alegría y esperanza. Porque, sé que Tú siempre cumples tu Palabra.