viernes, 11 de junio de 2021

EN EL FINAL TODO SERÁ SOMETIDO A SUS PIES

 
 
Sabemos que al final todo será sometido a los pies del Señor. Es una promesa y sus promesas siempre se cumplen - 1ª Corintios 15, 26-27 - de modo que caminamos con esperanza y seguros de la garantía que nos da su Palabra. Para Resucitar, primero hay que estar vivo y, segundo, hay que morir. Y en Jesús se dan ambas cosas.
 
Siendo el Hijo de Dios, se ha encarnado en naturaleza humana, es decir, se ha hecho Hombre, y, presente entre los hombres de este mundo ha visibilizado su Vida hasta el extremo de entregarla por amor en una muerte de Cruz. Ahora, su muerte está certificada, no solo por el testimonio de los que le vieron, sino por aquellos que, encargados de cerciorarse que los crucificados habían muertos comprobaron por ellos mismos que Jesús estaba muerto y, por tanto, no tuvieron que quebrarles los pies como estaba escrito en la Escritura:  
              Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: ‘No se le quebrará hueso alguno’. Y también otra Escritura dice: ‘Mirarán al que traspasaron’.

La Resurrección es el punto culminante y fundamental de la fe cristiana. También nosotros confiamos y esperamos resucitar tal cuan no lo ha prometido el Señor. Esa es nuestra esperanza, sin embargo, me atrevería a decir que seguir a Jesús y vivir según su Palabra es ya un premio que vale la pena seguir y vivir. Incluso, prescindiendo de la resurrección. Solo imaginar qué y cómo sería el mundo sin la Palabra de Jesús explica lo que digo y siento.