Igual que ayer, hoy muchos
se echan atrás, y no quieren saber nada de la Iglesia, de los curas ni de Dios.
Seguir a Jesús exige tomar la decisión de vivir en el amor y la misericordia
dándose gratuitamente, o utilizarle para solución de nuestras demandas y
apetencias. Y esa es la disyuntiva que nos presenta el Señor: Él o el mundo.
Muchos parecen que no llegan
a decidirse y caminan como entre dos aguas, al lado de Dios, para instrumentalizarle
como solución de los problemas, y sin llegar a un encuentro personal y una
experiencia de amor y misericordia gratuita. Otros se quedan en el camino,
desencantados porque no cumple sus pretensiones y demandas mundanas, y otros,
quizás los menos, tratan de seguirle, a pesar de sus debilidades y pecados, en
la esperanza de encontrar en Él, esa paz y amor misericordioso que les llene de
gozo y felicidad. Porque, solo el Señor tiene Palabra de Vida Eterna.