domingo, 21 de enero de 2024

INVITADOS AL REINO DE DIOS A TRAVÉS DEL AMOR

Las primeras palabras de Jesús, tal como narra Marco en su Evangelio, al anuncia la Buena Nueva, una vez encarcelado Juan el Bautista, fueron: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Se produce el intercambio esperado y prometido. Juan ya ha terminado su misión, ha preparado el camino y, encarcelado por Herodes, da paso ya a Jesús, el Mesías anunciado y prometido.

De esta manera empieza Jesús ha proclamar la Buena Noticia de salvación. Una noticia que es gratuita, sin exigencias ni condiciones. La tomas o la dejas desde tu propia libertad y elección. Pero una Noticia que, experimentada, enciende en tu corazón el gozo y la llama de la felicidad. Una Noticia que es buena, que llena de alegría y gozo porque habla de lo que anida en todo corazón humano: amor y misericordia. No en vano es la semejanza que tenemos con nuestro Creador.

La esperanza del hombre es vivir en convivencia de concordia, de paz, de verdad, de amor y misericordia. Esa es la esperanza que anhela el mundo y que se ve interrumpida por el pecado. Jesús viene a poner paz, amor y misericordia y sus Palabras llegan al corazón del hombre que se abre al bien, al amor y a la misericordia que anuncia Jesús de su Padre del Cielo: Dios nos ama misericordiosamente y busca nuestra conversión y arrepentimiento para rescatarnos y devolvernos nuestra dignidad de hijos suyo.

El amor y la misericordia de nuestro Padre Dios lo vemos reflejados en los padres y madres de este mundo: ¿Acaso no son amorosos y misericordiosos con sus hijos? ¿Y ese amor y misericordia que manifiestan no son reflejos y semejanza del Amor y Misericordia de nuestro Padre Dios? Pue bien, ese Amor y Misericordia son las que anuncia Jesús, el Hijo de Dios, al proclamar la Buena Noticia.