jueves, 13 de junio de 2024

EL PERDÓN, LO QUE SUSTENTA AL MUNDO

Un mundo sin perdón es el que realmente estamos viviendo. El resultado de inhibirnos de perdonar trae como consecuencia la ira, el enfrentamiento, la disputa, la rebelión, la lucha y, por consiguiente, la muerte. Es lo que vemos en estos momentos y en el tiempo lo que sucede en éste nuestro mundo: guerras, enfrentamientos, luchas, odio, muertes… Palestina, Israel, Ucrania, Rusia y otros, por citar lo de más actualidad.

¿Somos capaces de imaginar qué sucedería si introducimos el perdón en medio de todos esos líos y enfrentamientos? Dejaríamos de escribir en torno a ellos. Se haría la paz, la concordia y la fraternidad. ¿Tan difícil es perdonarnos?

Si fuéramos capaces de ocupar el lugar del más débil, o del que es invadido, entenderíamos mejor esa necesidad de perdonar. Si fuéramos capaces de abajarnos humildemente comprenderíamos que el perdón sería la solución a todos esos problemas que nos llevan a enfrentarnos hasta el extremo de matarnos.

¿Acaso todavía  no nos hemos dado cuenta de que tenemos la oportunidad de ser felices eternamente gracias a la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios? ¿Tan ciegos, y sometidos por este mundo, demonio y carne, estamos? ¿O no creemos que la misericordia y el perdón son la solución de todos nuestros problemas?

Posiblemente, primero tendremos que llenarnos de humildad y despojarnos de nuestra soberbia, egoísmo, ira, odio y deseos de venganza. Y, claro, eso no lo podremos hacer contando con nuestras propias fuerzas. Necesitamos abrirnos a la acción del Espíritu Santo, que para eso ha venido a nosotros en la hora de nuestro bautismo, y dejarnos conducir y transformar por Él. Experimentaremos un cambio en nosotros que nos irá ayudando a cambiar, a darnos cuenta de que solo con la humildad y el perdón podremos arreglar los problemas de nuestro mundo.