martes, 30 de mayo de 2023

EN LA ESPERANZA DE RECIBIR EL GOZO Y LA FELICIDAD ETERNA.

Todo lo que no huela a eternidad sabe a poco. Es evidente que seguir a Jesús da pérdidas. Pérdidas materiales que erróneamente, y por desgracia e ignorancia, damos más valor que a las espirituales. Jesús nos ha dicho en alguna ocasión: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; “sino haceos, tesoros en el cielo… “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19–21).

Quizás nos ocurra a nosotros lo mismo que a Pedro y los demás apóstoles. Experimentamos en muchos momentos esa sensación de que estamos perdiendo el tiempo y la oportunidad de conseguir cosas en este mundo que, pensamos, nos harían la vida más feliz. Y eso es oficio de aquel que está al acecho, el Maligno, que conoce nuestras debilidades y dudas y aprovecha para tentarnos y seducirnos.

Tenemos, no no lo olvidemos, ayer domingo nos los decía el Evangelio, al Espíritu de Dios con nosotros, Nos ha sido enviado desde la hora de nuestro bautismo para que, como a los apóstoles, nos fortalezca, nos dé sabiduría, paz y valentía para, por su acción, saber discernir y elegir el buen camino que no es otro que seguir a Jesús.

Porque en Jesús, a pesar de sufrir persecuciones y amenazas, tendremos paz y el gozo de saber que alcanzaremos esa felicidad de gozo y plenitud eterna. Ya nos lo dice en el Evangelio de hoy: Mc 10,28-31): En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».