jueves, 15 de junio de 2023

EL RESENTIMIENTO MANTIENE ENCARCELADO NUESTRO CORAZÓN

Seguramente hemos oído alguna vez que quien no perdona no descansa. Ese deseo de venganza dentro de tu corazón no te deja en paz ni incluso cuando tienes la posibilidad de satisfacerlo. La paz está relacionada con la reconciliación y la reconciliación pasa por vaciar tu corazón de todo resentimiento y deseo de venganza.

Se trata de hacer la paz. Eso significa que el respeto a la libertad debe ser la opción primera. Una libertad bien entendida, porque no es libertad imponer tus pensamientos, satisfacer tus egoísmos y pasar por encima de todo aquel que no está de acuerdo con tu manera de actuar. La libertad busca siempre el bien de todos, el respeto y la igualdad. La verdadera libertad te protege, respeta tus derechos entendiéndolos como iguales a los míos y acepta tus pensamientos y tu manera de vivir siempre de acuerdo con no perjudicar ni imponerte a los demás.

Hemos sido creados libres para vivir en libertad y serás tú, persona humana, la que dirija tu vida de acuerdos con tus ideas y creencias. Ahora, también serás responsable de tus actos y de tus decisiones. De modo que todo aquel, y somos todos, de buen gusto elegirá ser feliz eternamente. Y esa máxima aspiración solo te la puede dar Jesús, el Hijo de Dios, que ya te la anuncia con su Vida, Palabra y Obras.

Por lo tanto, no podemos quedarnos tranquilos y conformes con nuestra manera de actuar ni con la que nos testimonian otros. Siempre debemos estar en actitud de superarnos, de perfeccionarnos y de, cada día, ser mejores personas y, si cabe, más perfectas. Ya nos lo advierte Jesús en el Evangelio de hoy: (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos». Habéis oído que…

Y el camino para conseguirlo ya sabemos cual es, caminar agarrados e injertados en el Espíritu Santo, que lo hemos recibido en la hora de nuestro bautismo. Abiertos a su acción podemos superar todos los obstáculos e irnos perfeccionando con y por su Gracia.