jueves, 7 de mayo de 2020

SERVIR ES AGACHARTE

DE DODIM A AGAPÉ: JESÚS SE HACE SERVIDOR
Jn 13,16-20
Hay una frase que, a mi humilde opinión, deja muy claro la Divinidad de Jesús: En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado. La identificación del Hijo con el Padre y viceversa es total.  Dios y el Hijo son uno sólo.

Este es el mandato, lavar los pies al otro, al más pequeño, al enemigo, al que más te cuesta y te exige agacharte. Porque, lavar los pies implica el esfuerzo de inclinarte, de agacharte y de humillarte. Y esa es la prueba del amor. No son buenas y hermosas palabras o promesas que no llegan a cumplirse. Amar son hechos concretos que, el día a día, te pone delante y en los que puedes expresar tu actitud de amar, de servir y de, por tanto, dichoso al vivirlo y concretarlo.

Jesús me invita y nos invita a todos a imitarle. No vino a juzgar, sino a poner en práctica el servicio por amor. No un servicio que demande otras prestaciones, sino un servicio gratuito, sin condiciones y realizado por y exclusivamente por amor. Ese es el mandato y no hay otro, porque, en él está contenida toda la Ley y los profetas. Dios nos ha creado por Amor y por Amor nos ofrece la salvación en el hecho concreto de entregar a su Hijo a una muerte de cruz para rescatarnos y librarnos de la esclavitud del pecado.

Llevamos un tiempo hablando de la Resurrección - estamos en la Pascua - y de que Jesús y el Padre son uno. Y de que el Señor Jesús no ha venido a juzgarnos sino a salvarnos. Para ello nos trae la Luz de su Palabra, que el Padre le ha dado, y nos la anuncia. De modo, que quien no la cumpla y la haga vida en su propia vida, se estará juzgando el mismo.

 Decíamos ayer que nuestra salvación nos la ha regalado nuestro Padre Dios, pero, lo ha hecho dejándola en nuestras manos. De modo que, dependerá de ti y de mí que respondamos a esa invitación y oportunidad de salvación.