La experiencia de nuestra propia vida nos dice que no
hay más amor más grande que el de nuestra madre. Y, a pesar de nuestros fallos,
decepciones y fracasos, nuestra madre siempre está ahí dispuesta a tendernos
sus manos. Luego, ¿qué hará nuestro Padre Dios, que nos ha creado y nos ha dado
la vida para que seamos verdaderamente felices? Supongo que sabiendo de un
Padre así, no tengamos miedo de estar a su lado y nuestra confianza en Él sea
plena.
Pero, para que esto se nos confirmara, envió a su Hijo para anunciarnos su Infinito Amor Misericordioso, y para que nadie dejara de conocerlo. De Él sabemos cuanto nos quiere nuestro Padre Dios, hasta el extremo de entregar su Vida para que entendiéramos su gran amor por cada uno de nosotros. Verdaderamente, esa felicidad que todos buscamos en este mundo, la tenemos en el Amor Infinito de nuestro Padre Dios que nos lo demuestra en su Hijo, nuestro Señor. En la medida que confiemos en Él, encontraremos camino, verdad y vida.