domingo, 25 de julio de 2021

EN Y CON LA TEMPESTAD TU CORAZÓN SE RENUEVA

 

Dentro de cada persona hay, al menos debe haber, un volcán de emociones, ideas, creatividad, buenos deseos e intenciones...etc. Pero, también, hay cizaña, malos deseos y pensamientos, tentaciones, soberbia y...etc. Es decir, las tempestades viven dentro de cada uno y cuando se desatan nuestros corazones zozobran y se remueven. El resultado, si se sabe mirar con ojos de esperanza y trascendencia, será siempre positivo, porque de los contratiempos, errores y pecados se aprende cuando nuestro corazón está receptivo y busca la verdad.

Los hijos de Zebedeo ambicionaban poder y riqueza. Buscaban y deseaban los primeros puestos y, hasta su madre les servía a la causa. Sabemos lo que, primero su madre, y luego ellos, pidieron a Jesús y hasta donde estaban dispuesto a comprometerse. Sin embargo, esos ímpetus y deseos no iban bien encaminados, porque, Jesús, el Señor, les proponía otra misión muy diferente.

Misión que Jesús servía de modelo y que expresó muy claramente a los doce a raíz de esa petición que les había hecho los hijos de Zebedeo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». 

No se trata de mandar ni de ser servidos. Se trata de servir por amor. Se trata de amar gratuitamente y amando servir a los necesitados y marginados de manera preferente. Precisamente, en eso consiste ser de los primeros, en servir por amor.