Jn 11, 3-7. 17, 20-27. 33b-45 |
Y ese es nuestro
objetivo. Lo decía el otro día en una respuesta a un comentario en un tweet,
vivir eternamente en plenitud de gozo y felicidad. Y lo repito siempre que
puedo porque solo por eso la vida es hermosa y vale la pena vivirla. Una vida
sin esperanza es una vida sin sentido.
Porque somos
diferentes a los animales. Ellos no tienen ideales, viven determinados por sus
instintos y solo se mueven para satisfacer sus instintos, hambre y sed. No
aspiran a nada más porque no tienen capacidad para aspirar. El ser humano, por
el contrario, desea y aspira a ser feliz. Y no por un determinado espacio de
tiempo sino para siempre, eternamente. Y esa es la promesa de Jesús. Lázaro, su
íntimo amigo Lázaro es uno de esos milagros con los que Jesús nos muestra su
poder sobre la muerte. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Todo es posible para nuestro Señor. No importa el tiempo ni lo sucedido. Lázaro fue resucitado cuatro días después de morir. Para nuestro Señor nada es imposible y nada cuenta sino su Voluntad. Por tanto, también sucederá con todo aquel que crea en Él, pasará por la muerte, pues es el camino para llegar a Él, pero resucitará por el poder del Señor que nos lo ha prometido y demostrado.