jueves, 3 de junio de 2021

DOS EN UNO

 

Si realmente amas a Dios, quedará demostrado en tu amor al prójimo. Porque, de no ser así, es decir, no queda patente tu amor, al menos tu esfuerzo, al prójimo, estás mintiendo y amando en apariencias. Lo que hablamos hace días, nos escondemos bajo nuestras propias apariencias.

Partimos de la base de que amar, tal como nos señala y manda Jesús, es difícil, por no decir imposible. Nuestra naturaleza - herida por el pecado - se experimenta impotente para amar de esa forma y con ese estilo de vida. Está sometida por el pecado e inclinada egoístamente a satisfacer sus propios apetitos y satisfacciones. Por tanto, nos cuesta darnos, y menos gratuitamente, a los demás.

Sin embargo, no debemos nunca desesperar y tener siempre en cuenta que nuestro Padre Dios nos conoce y no nos manda cosas imposibles. Sabe de nuestras dificultades. Por eso, se ha comprometido en quedarse con nosotros y acompañarnos para auxiliarnos y asistirnos y, unidos a Él, superar esas dificultades que nos tiende el pecado.

Por tanto, no tengamos miedo ni reparo, el Espíritu de Dios está con nosotros y nos fortalecerá y ayudará a amar, al estilo de Jesús, al prójimo. En Él tomaremos las fuerzas y la capacidad de despojarnos, de partirnos y de entregarnos, por su Amor, en darnos a los demás.