sábado, 30 de septiembre de 2017

DISTANTES DE LOS PENSAMIENTOS DE DIOS

Lc 9,43b-45
Posiblemente, la oración sea la vacuna y el antídoto para sacarnos de nuestras oscuridades y sombras a fin de ver más claro el Pensamiento de Dios. Por la oración recibimos, por la Gracia de Dios, la luz que nos ilumina y nos permite ver y entender los designios que Dios quiere para cada uno de nosotros.

La distancia, por decirlo de alguna forma, entre Dios y nosotros es infinita, y, muy poco o nada entendemos. No nos cabe en nuestra limitada cabeza lo de su Muerte y Resurrección. Y menos una Muerte de Cruz, cuanto más lo de su Resurrección. Y esta ignorancia y limitación levanta inmensas barreras entre Dios y nosotros. Sobre todo cuando nuestra soberbia y prepotencia hace acto de presencia.

Reconocer con humildad nuestras limitaciones y pobrezas nos cuesta mucho. Pretendemos entender a Dios y no nos damos cuenta de nuestra pequeñez. Somos criaturas que gozamos del privilegio de su Amor, y por él, por su gran Amor, existimos. Hemos sido creados para la Vida Eterna, desde donde se desprende la gran necesidad que tenemos de conocer a Jesús. Porque, Él es el Mesías enviado para revelarnos el Amor del Padre, y para llevarnos a su presencia.. 

Por tanto, no conocerle supone no saber que nuestra vida pasa por Él, y, por Él, estamos llamados a vivir Eternamente. Hemos sido creados para eso y perderla sería nuestro gran disparate y nuestro irreparable fracaso, porque acabado nuestro tiempo, acaba también nuestra oportunidad de vivir para la eternidad junto al Padre.

Necesitamos conocer al Señor, y eso lo hacemos conociendo su Palabra en la Sagrada Escritura, que nos habla del Amor de Dios y de su Plan de salvación para todos nosotros. La oración es el medio por el que entablamos relación con el Señor, y, a través de ella, crecemos en la verdad y en la fe auxiliados por la escucha de su Palabra.