lunes, 4 de noviembre de 2019

AMAR SIN ESPERAR RECOMPENSA

Resultado de imagen de Lc 14,12-14"
Lc 14,12-14
No sería normal amar sin esperar recompensa desde un corazón humano. El hombre donde pone su amor lo hace pensando siempre en conseguir beneficios. Diríamos que el amor humano es un amor interesado. Y eso, concluimos, no puede ser verdadero amor, pues es un amor que busca un premio. Dios no nos ama así y Jesús, el Hijo de Dios, nos enseña a amar sin esperar nada a cambio.

Y es lógico experimentarlo así. Cuando se ama en esas coordenadas si experimenta ese gozo eterno que siempre permanecerá encendido en nuestro corazón. Sin embargo, cuando tu amor obtiene la recompensa esperada, la llama de amor queda apagada. El amor que no se paga, porque es gratuito, queda siempre encendido señalando que ha sido un amor verdadero, buscando el bien del otro sin esperar a cambio recompensa de ninguna clase.

Por eso, cuando hagas algo que otro necesita, hazlo gratuita sin esperar nada a cambio. Claro, nos encontraremos que los que puedan pagártelo buscaran la manera de devolverte ese favor, pero los que no puedan no te pagaran nada. Y es eso, precisamente, lo que te dice Jesús en el Evangelio de hoy: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».