miércoles, 7 de noviembre de 2018

JESÚS ES EL PRIMERO Y LO PRIMERO

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Lc 14,25-33
No podemos quedarnos a dos agua o en el medio. No vale seguir a Jesús un rato y otro dedicarlo a nosotros. Todo nuestro ser tiene que estar liberado y disponible para vivir en y como Jesús, el Señor. Y somos conscientes, yo el primero, que no es fácil sino todo lo contrario. Difícil, muy difícil, pues nuestra condición de pecadores nos limitan y nos arrastran hacia nuestras apetencias y dependencias.

Necesitamos su Gracia para poder renunciar a nosotros mismos y seguirle sin condiciones. Repito, no es nada fácil y eso nos enfrenta y somete a una lucha sin cuartel. Una lucha constante y perseverante. Una lucha de cada día contra ti mismo, contra tus inclinaciones a la pereza, a la comodidad, a la pasión, al egoísmo y a todo aquello con lo que el mundo trata de seducirte y apartarte del buen camino del amor.

Porque amar exige en muchos momentos sacrificios; en otros renuncias; en otros servicios; en otros compañía, acogida, acompañamiento y todo lo que sea necesario para aliviar e iluminar el camino. El tuyo propio al hacerlo con el de los demás. Seguir a Jesús es posponer todo lo demás para dejar despejado el camino para seguir sus pasos. Seguir a Jesús es actuar según su Palabra y aceptar la cruz de cada día. Una cruz que pasa por estar en actitud y disposición de servicio por amor.

Seguir a Jesús es dejar todos tus proyectos, tus ideas, tus ambiciones y objetivos por el del amor. No se trata de desinteresarse por las cosas del mundo y de tus proyectos, sino todo lo contrario, poner las cosas del mundo y tus proyectos al servicio de Dios, siendo siempre Él tu primer objetivo y servicio por amor según su Palabra.