lunes, 11 de diciembre de 2017

NOS GUSTAMOS DE DEMOSTRACIONES DE PODER

Lc 5,17-26
Siempre hemos sentido curiosidad de ver algo nuevo. Sobre todo si se trata de pruebas de poder y de vencer los poderes naturales. O dicho de otra forma, nos gustan los milagros y nos impresiona aquel que tenga poder para vencer las reglas de la naturaleza. Sobre todo, ante la enfermedad y la muerte.

Y Jesús era una ocasión para aquellos fariseos y doctores de la ley. Todos se agrupaban a su derredor y gustaban de contemplar las curaciones que Jesús hacía por y para el bien de los enfermos. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico, que ante la dificultad para introducirlo por la cantidad de gente que se agolpaba, disidieron bajarlo por el terrado apartando unas tejas. Y lo pusieron delante de Jesús. Éste al ver la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados».

Quiero destacar la verdadera intención por la que Jesús está entre nosotros. Quiere simplemente liberarnos de la esclavitud del pecado. Porque, esa es nuestra condena y nuestra perdición. Nuestra muerte. La enfermedad no puede matarnos, pero el pecado sí. Por eso, Jesús viendo la fe de aquellos hombres le da al enfermo la verdadera salvación:  "el perdón de los pecados".


¿Y qué ocurre? Sucede que no se dan cuenta de nada y no descubren la divinidad de Jesús. Piensan que sólo Dios puede perdonar los pecados, y que Jesús blasfemia al decir que Él los perdona. Conociendo este pensamiento, Jesús, les dice: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». 

Podemos imaginar que sucedió después de que el paralítico se levantó y marchó a su casa. Pero, también sabemos que ese hecho, aunque asombró, no fue determinante para que muchos cambiarán. Y hoy sigue sucediendo lo mismo. Muchos siguen pensándoselo y también negando la divinidad de Jesús. Posiblemente, su parálisis es mucho más fuerte de lo que a simple vista parece.