jueves, 9 de mayo de 2019

EL ALIMENTO QUE DA VIDA

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Jesús ha Resucitado y se ha quedado en la Eucaristía para que le tengamos siempre con Él. Se ha quedado como alimento espiritual que nos da la vida y nos sostiene ante las dificultades y tentaciones de cada día. Se ha quedado porque sabe que le necesitamos y porque de quedarnos solos caeríamos en la garras del demonio. En Él encontramos vida y Vida Eterna.

Su presencia eucarística queda confirmada porque el mismo nos lo dice: «Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo»

En cada Eucaristía nos encontramos con Jesús, y podemos alimentarnos del alimento espiritual de su Cuerpo, que nos fortalece, nos sostiene y nos capacita para resistir todas las tentaciones que nos puedan venir del mundo, demonio y carne. Cada Eucaristía nos enseña y nos ilumina con su Palabra y también con su presencia real en nosotros inundándonos de su Gracia y nos mueve el corazón al amor.

Necesitamos su alimento para crecer en fervor, en fraternidad, en generosidad, en compartir y darnos en servicio, en las medidas de nuestras posibilidades a todos aquellos que lo necesitan y están en esa actitud de dejarse ayudar. Por nuestra naturaleza estamos vencidos y sometidos por el pecado, pero, por la Gracia Eucarística de nuestro Señor, presente en la Eucaristía, podemos vencer y liberarnos de la esclavitud del pecado.

Por eso, Señor, queremos alimentarnos de tu Cuerpo y de tu Sangre, que has querido dejarnos como alimento espiritual que nos conforta y nos da la Vida Eterna.