sábado, 17 de abril de 2021

SOY YO, NO TEMAN

 

 

Corren tiempos de incertidumbre y de peligro. Hay cierta inestabilidad que huele a tempestad, a vientos fuertes que arrastran todo lo que se interpone en su camino. Las aguas se levantan revueltas y sus olas amenazan la destrucción y derrumbamiento de los valores humanos. El Evangelio de hoy presenta un mar encrespado que levanta olas que amenazan hundir la barca en la que van los apóstoles - después de haber embarcado - tras vivir aquel hermoso acontecimiento de la multiplicación de los panes y peces.

También nuestro particular mar está embravecido. Nuestro mundo está embrollado y dibuja una casi distopía imaginaria que muy pocos podíamos imaginarnos que llegaremos a observar y vivir. Porque, parece imposible creer que algunos - poderosos y gobernantes - estén empeñados en destruir nuestra escala de valores humanos. Valores que nacen y se siembran en nuestras familias cristianas y, también, no cristianas.  Simplemente, en las familias humanas donde el respeto, la educación y la libertad son valores únicos e insustituible.

¿Qué se quiere hacer ahora? ¿Acaso, se quiere sustituir ese hermoso mar que nos rodea y esa fecunda tierra que nos alimenta, y nos sostiene firmes, en otro lugar diferente donde los valores dejen de ser valores y sean sustituidos por otros? ¿Se quiere construir un mundo diferente, nuevo y basado en otros valores? ¿Y quiénes los ponen? ¿Acaso son ellos garantes y autoridad para dirigir algo que no han creado? ¿Acaso tienen poder y capacidad para cambiar lo que ya está sembrado en el corazón humano? ¡Imposible, nunca podrán hacerlo!

El hombre y la mujer - ser humano - tiene dentro de sí mismo esa chispa de amor y eternidad que le arrastra, quiera o no, a ese Dios que les ha creado. Un Dios que es amor y que, como Jesús - su Hijo predilecto - que camina hoy sobre las aguas, nos tranquiliza y nos amina: «Soy yo. No teman».