martes, 9 de julio de 2024

TODOS DEPENDEMOS DE TODOS

Estamos, queramos o no verlo y comprenderlo, entrelazados. Eso significa que lo que tú hagas tendrá incidencia y relación con los demás. Y viceversa, de manera que todos sufriremos las consecuencias de los actos buenos y malos que tanto tú, como yo y todos realicemos. Significa eso que hacer el bien es lo que importa, porque el bien que salga de ti llegará también a incidir en los demás.

Es sabido y notorio que la mies es abundante, y dependerá de la cantidad de trabajadores para recoger los frutos de esa mies. La cuestión es rogar para que el Señor mande trabajadores a su mies. Es cuando destacamos y nos damos cuenta de la gran importancia de los monasterio y conventos de oración contemplativa. La oración constante para que vengan abundantes trabajadores a la mies.

Pero, también, esas oraciones y súplicas no tendrán respuestas si tú y yo no respondemos. Se nos ha dado libertad para decidir, y nadie nos va a obligar. Será una decisión que tendrás que tomar tú solo. Eso sí, a la luz del Espíritu Santo.

Vemos en el Evangelio de hoy que muchos, para justificar su decisión de no acudir a la mies, acusan a Jesús de que echa los demonios con el poder del jefe de los demonios. Y tanto tú como yo, sabemos y conocemos las justificaciones que solemos poner para esquivar y desviar nuestra mirada de la de Jesús.

Tengamos en cuenta que la mies será atendida en la medida que todos respondamos a esa llamada a la santidad que duerme en nuestro corazón. El mundo dejará de ser violento, egoísta e injusto cuando todos seamos pacíficos, solidarios, generosos y justo por verdadero amor y misericordia. Es entonces cuando la mies será y estará bien atendida. Pero, como decíamos al principio: «Todos dependemos de todos».