martes, 12 de abril de 2022

LA SANTIDAD PASA POR LA MISERICORDIA

Jn 13,21-33.36-38

La santidad pasa por la misericordia. No se puede alcanzar la santidad sin vivir en la misericordia. Ser santo presupone ser misericordioso y, la puerta, por tanto, de la santidad empieza abriendo el corazón a la misericordia. Aquella tarde, Judas endureció su corazón a lo cerró a abrirse a la Misericordia. Vendemos y nos vendemos por treinta monedas. Ayer, hoy y, también mañana, nuestro corazón está tentado por la ambición del poder y tener, y, en ese contexto de ser y querer ser más que el otro, somos capaces de tratarnos como mercancía y vendernos.

Y lo hacemos cada vez que tratamos con desprecio, con murmuraciones y habladurías a los demás. Quizás, muchas veces, sin caer en la cuenta, gastamos nuestro tiempo en entretenernos en hablar y murmurar contra los demás. Ambicionamos más que el otro y que las cosas sean como pensamos nosotros. Queremos imponer nuestra manera de pensar y que las cosas se hagan como nosotros pensamos y deseamos. Judas se decepcionó porque pensó que Jesús tenía que actuar de otra manera. Y, también hoy, yo me decepciono cuando creo que las cosas deben ser de otra manera en mi parroquia, con este cura o con el otro seglar.

Las cosas son como Dios quiere, y eso fue lo que nos enseñó Jesús y nos enseña ahora el Espíritu Santo. Jesús nos mostró el camino, la obediencia al Padre, incluso a pesar del sufrimiento que experimentó – huerto de Getsemaní – y durante su Pasión. ¿Y nosotros? ¿No pensamos que debemos intentar experimentar lo mismo en el recorrido de nuestra vida? Esa es la prueba que debemos superar e intentar. No desesperarnos como Judas -, sino, como Pedro, saber que el Señor es Infinitamente – parábola del Padre misericordioso o hijo pródigo – Misericordioso.