¡Esa es la pregunta del
millón!, ¿creemos en la felicidad eterna? ¿Ynos dejamos salvar por el Señor? Porque para eso ha venido, para
salvarnos. Y nos lo dice con ejemplos de pastor y ovejas para que nos demos
cuenta a qué ha venido: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las
ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero
las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a
salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar,
matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».
Sin embargo, no le hemos
entendido y seguimos sin entenderle. Nuestro corazón se ha endurecido hasta el
extremo de que estamos ciegos y sometidos a los egos de este mundo. Abramos
nuestros ojos y dejémonos guiar por el Buen Pastor, porque solo Él nos llevará
al lugar donde viviremos en paz y felicidad eterna.
La realidad es que no nos damos cuenta del inmenso amor con el que nos ama nuestro Padre Dios. Jesús, el Hijo encarnado, nos lo ha enseñado dando su Vida por nosotros, pero ni así entendemos lo que realmente somos para el Señor: sus criaturas preferidas a las que regala vida eterna en plenitud. ¡Verdaderamente, que ciegos estamos!