Poco se habla de
María en los Evangelios, pero si algo importante hay que decir de María, uno de
esos momentos relevantes puede ser su intervención en la boda de Caná. María
percibe el problema de la falta de vino, algo muy importante en una fiesta, más
en la circunstancias de una boda. ¿Qué dirán los familiares e invitados si de
repente les llega la noticia de que no hay vino? Puede ser un gran problema
para el comienzo de esa pareja que inicia y celebra su unión.
Y, percibida la
gravedad de la falta del vino, María recurre a su Hijo Jesús, lo cual descubre la
intuición de María y su conocimiento de quien era su Hijo. Sus palabras son
netamente reveladoras y aleccionadoras para cada uno de nosotros. Dirigiéndose
a los sirvientes les dice: «Hagan lo que Él
les diga».
Hago un aparte en
este momento, porque será muy importante incluirnos nosotros en ese grupo de
sirvientes y dejar que esas palabras de María entren también en nuestros
corazones: «Hagamos lo que el Señor nos diga».
Oiremos también este mensaje, en ese momento de parte de Dios, nuestro Padre,
en el momento de la Transfiguración de Jesús en el Tabor: "Este es
mi Hijo muy amado, escuchadlo".
María, la Madre, y también Madre nuestra, nos pone desde los primeros pasos del anuncio de la Buena Noticia en el camino de escuchar y hacer lo que el Señor nos dice. En otras palabras, hacer su Voluntad. Porque nuestro camino es y será siempre ese, hacer la Voluntad del Señor. Y, no lo dudemos, para ello contaremos siempre con la intersección y compañía de María, nuestra Madre.