lunes, 4 de enero de 2021

SÍ, PRIMERO ES ENCONTRARLO


Jn 1,35-42

En repetidas ocasiones empezamos a hacer la casa por el tejado. Parece como que no aprendemos. Pretendemos hacer apostolado sin ni siquiera conocer a quien anunciamos. Es como pretender levantar el techo de la casa sin tener donde apoyarlo. 

Ese fue el momento, la hora de la elección y el seguimiento. Juan les mantenía despierto, atentos, expectantes, pero no era él el mesías esperado. El era la vos que clama en el desierto, el anunciante, el precursor, el que prepara el camino a quien debía de venir. Y llegó el momento. Eran las cuatro de la tarde - la hora decima -  cuando Jesús pasó por allí. Juan al verlo le señaló como el Cordero de Dios y los que estaban con él le siguieron.

Qué sucedió, tras aquel seguimiento y encuentro del que el Evangelio no nos dice nada, nos lo podemos imaginar a tenor del resultado. Porque, ambos discípulos salieron alegres y felices y, ¡tanto!, que no pudieron guardarse esa experiencia vivida y la anunciaron a los más próximos y conocidos. ¡Hemos encontrado al Mesías esperado! No cabe duda que ese encuentro tuvo consecuencias buenas y extraordinarias hasta el punto de sentirnos también nosotros unos privilegiados por conocer a Jesús a través de ellos.

Porque, no pudieron quedarse callados. Conocer y encontrarse con Jesús es tan buena Noticia que nos impulsa a darle a conocer y compartirla con los demás. Ahora, nos preguntamos, ¿lo hacemos nosotros? Indudablemente, para eso tenemos que estar, primero lleno nosotros de Jesús, y eso nos exige, primero - valga la redundancia - encontrarnos con Él.