Hemos dicho en
muchas ocasiones que fe es creer en aquello que no se ve. Es decir, en lo intangible.
Creer en Jesús de Nazaret, a quien no vemos, es creer precisamente en lo que no
vemos, pero de lo que pensamos que sí está y es real. Precisamente esa es la
condición que Jesús exige a aquellos dos ciegos: «¿Creéis que puedo hacer
eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en
vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos.
En la misma
situación estamos nosotros hoy, después de XXI siglos. Jesús vive, creemos en
Él, y la cuestión está en que le pidamos, profundamente convencidos, que nos
salve. Porque, como aquellos dos ciegos, creemos que Jesús puede salvarnos, y
que su Voluntad es precisamente esa – para eso ha venido – la de salvarnos.
Por lo tanto, Señor, aumenta nuestra fe para que podamos, como aquellos dos ciegos, buscarte y gritar que abras nuestro ojos y podamos ver realmente tu Gloria.