martes, 20 de octubre de 2020

EN ACTITUD DE VIGILIA

 

La vigilancia es una prueba de felicidad, porque solo vigila quien espera a alguien. Quien no espera es signo de estar distraído y, por tanto, se relaja, pero quien espera permanece despierto y en actitud vigilante y, por supuesto de esperanza. Esa actitud de espera descubre también una inquieta y vigilante fe en Aquel a quien se espera.

La pregunta es, ¿estoy yo vigilante y en actitud de esperar a alguien? Y si estoy en espera vigilante, ¿a quién espero? En esas preguntas pueden estar implícitas nuestras repuestas, porque, lo lógico no es esperar a alguien de nuestra misma naturaleza humana y categoría, pues no nos resolvería nuestras expectativas y esperanzas. Lo lógico es esperar al que nos llena de verdadera paz y felicidad y, además, nos ofrece y nos da la Vida Eterna. Porque, Él ha vencido la muerte con su Resurrección.

Esa es la espera buena y la que debemos aguardar con fidelidad, esperanza y alegría. Porque, el Señor vendrá, y vendrá, si nos encuentra vigilantes y cumpliendo su Voluntad,  a servirnos, pues son sus mismas Palabras la que nos dicen: (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!». 

Ahora tú decides: permaneces vigilantes o te relajas y distraes con las cosas que te ofrece el mundo. Tú tienes la palabra, porque, el Señor ha querido dejarte libertad para que por ti mismo decidas.