lunes, 25 de julio de 2022

NUESTRO VERDADERO TRIUNFO PASA POR LA CRUZ

Por naturaleza estamos inclinado al egoísmo, a ser servido y a, en consecuencia, triunfar y ser más que los otros para ser servidos y no servir. Y esa actitud, quizás sin darnos cuenta, nos aleja del servicio a los demás. Porque, nuestro camino es un camino de cruz, y la cruz se carga por amor. Y cuando amas das tu vida en servicio a los demás.

 Es lo que nos cuenta, precisamente, el Evangelio de hoy lunes, lo vemos reflejado en los dos hermanos, hijos de Zebedeo, cuando su madre, dirigiéndose a Jesús, le pide: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».

Nuestro corazón, a pesar de estar herido por el pecado, tiene la impronta del amor de Dios y ha sido creado por y para amar. Y el amor es servicio pues, amar para servirse no es verdadero amor.

 

Pedro, sorprendido por al actitud de los dos hermanos, hijos de Zebedeo, pensó «se hace difícil abajarse y ser más para servir. Precisamente, es lo que debía ser con el perfil de nuestro políticos de hoy, mandar para servir. Sin embargo, sucede todo lo contrario, aspiran a mandar para servirse ellos mismos y ser servidos»

―El poder es para servir. Y cuanto más poder, más actitud de servicio. Esa fue la Buena Noticia que nos anunció el Señor Jesús.

―Así es ―afirmó Pedro. Amar para servir. De otra manera no se entendería el amor, porque cuando ama estás abierto y disponible a servir.

―Es la imagen que tenemos de los padres hacia los hijos. Dan sus vidas por ellos. Cuánto más no lo hará nuestro Padre Dios.