Tener y poseer
bienes y talentos valen de poco cuando tus intenciones están en poseerla
egoístamente y enterrarlas en tu corazón. Las advertencias de Jesús en – Mateo
6, 25-34 o Lucas 14, 28-33 – nos dejan bien claro como piensa Jesús al respecto
y cual deben ser nuestras intenciones.
Todo lo que no sea
compartir y poner a disposición del bien de los demás, sobre todo de los más
necesitados, es perder el tiempo. Porque nada vale la eternidad sino aquello
que por amor se pone gratuitamente en favor de los que lo necesitan. Por tanto,
todo lo que tienes, ya sean talentos, conocimientos o bienes materiales debes
saber que te ha sido dado para que lo compartas sensatamente en bien de
aquellos que realmente lo necesitan.
Todo lo que tienes
se hace oro y tiene valor en la medida que lo dedicas a mejorar y beneficiar las
carencias de otros que lo necesitan. Eso es realmente amar, y amar con
misericordia, a pesar de que no creamos que muchos lo merecen. ¿Acaso lo
merecemos nosotros?
Pensemos que todo
nos ha sido dado gratuitamente y sin ningún merecimiento por nuestra lado. Por
mucho que nos esforcemos nunca seremos dignos de merecer nada. Menos aún la
salvación eterna. Nunca nuestras obras tendrán dignidad y valor para merecer el
perdón y la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios. Nos la da gratis
porque su Amor Misericordioso es Infinito. Nunca lo podremos entender ni
tampoco merecer por muchas obras buenas y hermosas que hagamos. Todo es Gracia,
gratuidad y Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios.