lunes, 26 de noviembre de 2018

NO SE TRATA DE DAR SINO DE DARSE

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Lc 21,1-4

Cuando uno da algo que realmente le sobra, no lo nota. Aquello te sobraba y, sí, es verdad que ahora no lo tienes, pero no lo echas en falta. Indudablemente que es una limosna, pero su valor no es del todo valioso, pues es algo que te lo puedes permitir con solvencia y facilidad. Te sobra y no adviertes necesidad ni sacrificio.

Todo cambia si eso que has dado y compartido lo necesitas y no te sobra, sino que es parte de lo que tienes para vivir. Adviertes su ausencia y te exige sacrificio y privación. Entonces, estás dando parte de lo que tienes y necesitas. Te estás realmente dando y no regalando. Compartes lo que tienes y lo que eres. En esta circunstancia la limosna cobra mucho valor.

Esto es lo que de alguna manera manifiesta hoy Jesús en el Evangelio: En aquel tiempo, alzando la mirada, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir».

Observamos que es muy pequeño el comentario del Evangelio de hoy, pero muy profundo y significativo. La limosna no está en proporción directa con la cantidad, sino con la intención y la necesidad de lo que te desprendes. No porque se dé mucho es más importante, sino porque se dé, aunque sea poco, de lo que uno necesita y le hace falta. Compartir no es regalar de lo que sobra, sino de partir de lo que necesitas y vives. 

Y eso Jesús lo deja muy claro y lo pone en primer plano. Aquella viuda había dado más que todos los que habían dejado cantidades importantes. Porque, lo valioso e importante no es la cantidad sino la intención de lo que se da aunque sea muy poco. Y eso viene a representar que lo importante no es dar sino darse.