Es indudable que
seguir a Jesús traerá complicaciones, peligros, luchas interiores y, sobre
todo, dolor de corazón. Hay que vencer mucha soberbia, envidia, celo, egoísmo,
pereza, individualismo, carne, debilidad…etc. La lucha es constante y el camino
se hace duro. El dolor estará siempre presente en el camino y nuestra actitud
será la de tomar la cruz de cada día y seguir adelante. Esa es la propuesta.
Quienes ven ese
camino de dolor y lucha y no se fijan en el final, posiblemente terminarán por
abandonar. El mundo, demonio y carne les vencerán. Pero, quienes no pierden la
perspectiva de que al final, tras la muerte, vendrá la Gloria y Resurrección
para vivir una vida de gozo y felicidad eterna, perseverarán e, injertados en
Xto. Jesús darán su vida para ganar la verdadera: La Vida Eterna junto al
Padre.
Así de simple. No es fácil pero, para eso, hemos recibido al Espíritu Santo en la hora de nuestro Bautizo. Y debemos aprovecharlo, dejarnos llevar y asesorar por Él para fortalecernos e ir por el camino correcto.