miércoles, 24 de enero de 2024

UNA SIEMBRA A VOLEO POR TODOS LOS LUGARES DE LA TIERRA.

Esa es la intención que haya simientes evangélicas en todo lugar y en toda circunstancia. El fruto dependerá de la calidad del terreno. De la misma forma, el Evangelio ha de ser proclamado sin más intención. Se convertirán aquellos que sean capaz de dejar enraizar en la profundidad de sus corazones la semilla evangélica hasta el punto de dar frutos. Poque, de no haber frutos será señal de que la semilla no habrá hundido sus raíces en lo más profundo de su corazón.

Les hablaba en parábolas y la del sembrador concretamente viene a descubrirnos esa siembra de la Palabra de Dios. Una siembra donde la semilla cae en todas partes y donde lo que menos importa es el lugar o la tierra ya sea camino, pedregal o entre zarza. Lo que verdaderamente importa es la acogida, el hacerla vida en tu vida y en darle voz con tu vida y palabra que resuene en tu corazón y salga de él hacia los demás.

No importa ni la cosecha ni el fruto a la hora de sembrar porque eso dependerá de aquel que la reciba. Incluso a pesar de ser en la orilla del camino, en tierra poco profunda, en el pedregal o entre zarza. Solo dependerá de tu capacidad para creer en ella y acogerla aunque esté a expensa de los pájaros que te amenazan, la poca tierra que te angosta, el pedregal o la zarza. Quizás la vida de muchos mártires puede alumbrar lo que quiero significar, tal puede ser el caso de Carlos de Foucauld u otros muchos.

Ahora, preguntarnos por la calidad de nuestra tierra y tratar de abonarla y mejorarla para que la semilla de la Palabra enraíce y dé frutos será nuestra misión, nuestra obra y nuestra fe, en la esperanza de injertados en el Espíritu Santo – recibido en el instante de nuestro bautismo – podamos por su Gracia lograrlo.